Nuestras almas han recorrido mucho desde que pasaron por los reinos mineral, vegetal y animal. Durante este último, aprendimos muchas lecciones, como los principios de solidaridad y el trabajo en grupo; también afinamos algunas facultades tan proverbiales como la vista del águila, el olfato de los perros, la intuición de los gatos. Sin embargo, hemos olvidado esas lecciones valiosas, y por el contrario, aún mantenemos ciertas actitudes destructivas como la ira, la violencia y el egoísmo. Si observamos atentamente a nuestros hermanos menores, recordaremos las virtudes que hemos condenado al desván de nuestro ser.
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